Boca arrancó este torneo con paso de campeón, aunque con un tenaz perseguidor que fue Gimnasia y Esgrima de La Plata, que si bien no era un conjunto de grandes individualidades, poseía un buen juego de conjunto conducido desde el banco por Carlos Timoteo Griguol.

Boca Juniors venció en este torneo en encuentros decisivos, particularmente con San Lorenzo de visitante (2 a 1), contra Talleres (2 a 1) de local en tiempo de descuento con gol de Palermo tras centro de Adrián Guillermo y frente a Rosario Central (3 a 2) de visitante, nuevamente con un gol de Palermo de cabeza en los últimos minutos del encuentro.

El partido consagratorio finalizó 0 a 0, resultado que igualmente le alcanzó a Boca para consagrarse Campeón, teniendo en cuenta el resultado obtenido por su perseguidor, Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Boca Juniors dio una vuelta olímpica diferente a las conocidas, contenida, a paso lento, mientras en las tribunas la algarabía brotaba de los cuatro costados. En adelante, Boca Juniors volvería a ser (como en la época de Juan Carlos Lorenzo) el equipo de un técnico, en este caso de Carlos Bianchi.

Por primera vez durante el profesionalismo, un equipo de Boca terminaba invicto un torneo local, acumulando 24 partidos sin perder, entre las temporadas actual y anterior.