Todo lo que pueda lograr y ganar Boca tiene que ver con nuestro técnico, Sebastián Battaglia, quien ahora sí ejerce su autoridad, respaldado por los títulos y por la clasificación a la próxima ronda de la Copa Libertadores.

Ya lo había insinuado con Agustín Almendra, a quien no dudó en sacar y manifestó que nunca más va a jugar en Boca mientras él sea el técnico. Después, y hace poco, este fin de semana lo hizo con el colombiano Jorman Campuzano, quien volvió tarde de sus vacaciones. Ahora lo volvió a hacer pero con dos pesos pesados como Marcos Rojo y Darío Benedetto. Ambos están abajo del avión en el equipo que inicia la aventura por La Rioja buscando otro paso en la Copa Argentina frente a Ferro.

Hemos mencionado porque llegaron tarde, pero esta vez, a Battaglia no le tembló el pulso. No le importó que fuese el goleador, el mejor pago del fútbol argentino y mucho menos le tembló ante la personalidad del subcapitán del equipo y experimentado marcador central.

Hoy por hoy, el entrenador lo hace con firmeza porque es el técnico campeón. Aquella firmeza que no tuvo ni con Sebastián Villa, ni Edwin Cardona y tampoco con el peruano Carlos Zambrano cuando anduvieron por situaciones parecidas. Esto comienza cada vez más a parecerse a lo ideal y correcto: orden, logros, festejos ordenados y medidos y que todos son iguales ante la ley.

¿Cuál es la ley? La camiseta de Boca. Nuestros colores. Nuestra historia. Nuestros simpatizantes, hinchas y socios. Los títulos y los logros. Todo esto es la ley y ante ella todos le debemos respeto, igualdad y agradecimiento.

Este es otro de los logros de Battaglia. Otro más, además del campeonato y clasificación. Ahora sí parece que, de a poco, va encaminando y poniendo la casa en orden.