Con el retorno de los jugadores que estuvieron en el preolímpico con la selección Argentina sub 23 y en la antesala del superclásico, Boca formó con 4-4-2: Romero; Advíncula, Lema, Figal, Saracchi; Medina, E. Fernández, Campuzano, Zenón; Merentiel, Janson. Mientras que Lanús formó con un 4-3-1-2: Acosta; Aguirre, Muñoz, Luciatti, Soler; Loaiza, Peña, Moreno; Boggio; Diaz, Bou.

Entre todas las dudas que genera este Boca, la idea que quiere plasmar Martínez se ve muy parecida en cada partido, sin embargo cambia mucho de intérpretes y utilizó jugadores de distintas características para una misma función. En este caso volvió con la idea del doble punta, para que Merentiel fije a los centrales como contra Central Córdoba, pero en vez de buscar un receptor como había puesto a Bullaude en aquel partido, en este intentó ubicar a Janson para que generar diagonales a la espalda de los laterales del Granate.

En la mitad de cancha fue en donde radicó el principal problema del Xeneize a la hora de generar juego. Con el flamante retorno del Equi y la reciente lesión de Pol Fernández, el DT decidió poner a dos jugadores de características similares para cumplir dos funciones diferentes.

Cómo nos venía mostrando últimamente, la idea del doble cinco permite que uno de los dos se meta entre los centrales y el otro aparezca por dentro. Tanto con Pol Fernández como con Campuzano o con Benítez, se pudo ver esa diferencia de roles, porque son jugadores de características diferentes. Pero en este caso, al tener un estereotipo de juego parecido, muchas veces Equi y el colombiano quedaban en línea, lo que generaba muchos problemas para generar una tenencia de pelota.