Rodrigo Sebastián Palacio, el delantero por afuera, del centro casi perfecto, de la diagonal inalcanzable, de sacrificio colectivo, de jerarquía individual, el potenciador de la colita en el pelo, y mucho más, confirmó oficialmente que pone punto final a su carrera y colgó los botines. Con un libro de mil capítulos, en Boca dejó un antes y después...

De manera sigilosa, Rodrigo empezó su carrera en Bahía Blanca, pasó a jugar en Tres Arroyos hasta que fue captado por Banfield. Luego de una gran temporada, llegó al Xeneize en 2005, con un gran potencial. Llegó a luchar un lugar ante el mismísimo Guillermo Schelotto y Chelo Delgado; no tardó en hacerse su propio lugar y agarrar una titularidad que nunca soltó.

Debutó con la Azul y Oro en la Libertadores de ese mismo año, ante Deportivo Cuenca, en la igualdad en cero. Y a su tercer partido en el certamen internacional, llegó el debut en redes. Una pre secuela para saber de qué estaba armado Rodrigo Palacio: para torneos internacionales. Ante Pachuca comenzó su racha goleadora, donde en tres partidos consecutivos, anotó y hasta duplicado. Así, hasta llegar a un total de 82 goles convertidos en Boca, siendo en goleador número 15 en toda la historia Xeneize. ¡Increíble!

En su mismo año que arribo a La Boca, levantó sus primeros títulos. ¡No solo uno, ni dos, sino que tres! La Joya, que ya era cosa seria: Apertura 2005, Sudamericana 2005 y Recopa 2005. ¿Cómo le fue al siguiente año? Clausura 2006 y Recopa 2006. ¿Y al otro? Libertadores 2007. Una máquina de ganar. Y claro, son logros colectivos, pero él siempre estaba. Y sino preguntale al Milán, en la final del Mundial de Clubes: en un córner rápido, una marea de casacas blancas en el área. Y quién ganó, sí, Palacio. El más delgado, saltó más alto que todos y puso el 1 a 1 parcial. Un neto goleador.

Su gran estadía en Boca empezó a llegar a su fin, siendo una de las grandes figuras de todos los torneos que ganó, que antes de partir, conquistó el Apertura 2008 y la Recopa del 2008. Desde Europa pusieron los ojos en él y en junio del 2009 fue transferido al Genoa; luego pasó al Inter y siguió en Bolonia. El último año selló su llegada al Brescia para jugar su última temporada.

Colgó los botines, llenos de goles y títulos. En total, en Boca fueron 185, con 82 goles y 8 títulos (¡5 internacionales!). Con él en cancha, el Xeneize ganó 96 partidos, empató 44 y perdió 45. Y cerramos con una frase llena de verdad de él: "Boca es la envidia de la Argentina: o sos hincha de Boca, o lo odias a Boca".