Contra viento y marea, Boca está en una nueva final. Bastardeado por grandes sectores, este equipo supo hacerse fuerte en los momentos más complicados y demostró tener la mística suficiente para llegar a la gran definición.

Desde las 16hs, en Córdoba, los dirigidos por Sebastián Battaglia chocarán con un Tigre que quiere hacer historia por su condición de recién ascendido, pero que también cuenta con el fresco recuerdo de la final que nos ganaron en 2019.

En las últimas definiciones por certámenes locales, un patrón se repitió y preocupa por el nerviosismo que nos hace manejar. Es que las veces que ganamos (vs Rosario Central 2019, Banfield y Talleres 2021) lo hicimos mediante la vía de los penales, ya que en los 90 siempre terminamos igualados.

A su vez, contra el Taladro en la Copa Maradona (gol de Cardona) fue la única ocasión en la que pudimos convertir, incluso si contamos las finales perdidas desde 2016 (vs San Lorenzo, River y el Matador).

Tenemos que remontarnos a la polémica Copa Argentina 2015 para encontrar la última ocasión en la que pudimos festejar en el tiempo regular. Allí, nos impusimos 2-0 contra Rosario Central con goles de Nicolás Lodeiro y Andrés Chávez.

Esta tarde será fundamental poder marcar. Ponernos en ventaja nos dará la posibilidad de manejar el ritmo del partido y buscar una profundización que permita liquidar la historia antes de tiempo.