Opinión - Martín Arévalo
Boca venía de ser campeón de la Copa de la Liga. Sin embargo, en la Libertadores recién pudo sonreír en la última fecha con Deportivo Cali. Pero en San Pablo, con Corinthians, el equipo de Battaglia mostró su versión más copera.
Por: Martín Arévalo
30 de junio de 2022
En lo que iba del semestre, de los 6 partidos, a Boca le habían marcado goles en 5. Salvo Ferro por Copa Argentina, al que Boca venció 1-0, el resto de los equipos le hicieron al menos un tanto (tambien 2 y 3). Barracas, Unión, Arsenal, Central Cordoba y Tigre, y de esos 6, el campeón perdió 2: Unión y Central Cordoba. Mucho para Boca.
Por eso era tan importante la ida con Corinthians. Porque el equipo de Battaglia venía de una Copa en donde sufrió la fase inicial: sólo le ganó los dos partidos a Always Ready y el último como local a Deportivo Cali. Después empató con Corinthians de local y perdió con el mismo rival de visitante. Encima el debut en Cali también fue con derrota ante el local.
Y este partido importante frente al Timao Boca lo pasó muy bien. Satisfactoriamente. Si bien aún no se clasificó, y le falta mucho para lograrlo aún. El xeneize se trajo un empate de Brasil con armas nobles.
Jamás se metió atrás a aguantar el resultado. Nunca tuvo esa intención de que pasaran los minutos. Al contrario. Salió a ser protagonista, algo que hace un tiempo se le reclamaba mucho al equipo.
¿Pudo perder? Sí, claro. Sobretodo si Rossi no atajaba el penal. La atajada del arquero cambió el resultado del partido. Y fue tan importante que hasta puede cambiar el resultado de la serie. El arquero es bestial. Tapó su penal número 13 sobre 44 ejecuciones.
Hasta la infracción de Rojo, Boca había hecho un partido muy inteligente. Metiendo, jugando lejos del arco. Sin embargo, el penal fue como que despertó a Corinthians de la siesta. Y también hizo que Boca tuviera que sacar manos.
¿Pudo ganar también? Sí, también. Porque Cassio le sacó un cabezazo a Benedetto. Más tarde descolgó del ángulo un remate mordido de Pipa y ya en el segundo tiempo, el arquero evitó el gol de Romero de tiro libre.
El empate fue justo porque el conjunto brasileño tuvo dos muy claras después de dos centros hacia atrás que tuvieron mala terminación.
Sin embargo, hay empates y empates. Desde el resultado valen lo mismo. Pero cuando un equipo juega bien, se genera confianza. Y Boca se fue del Arena de Corinthians con la frente en alto y sabiendo que si repite la receta, en la Bombonera se puede quedar con la clasificación a la próxima ronda.
¿Cual fue la receta? Jugar con personalidad. Algo que no había tenido en tantos lapsos de la Copa. Tener circuitos de juego aceitados. Atacar pero también defender. Con y sin pelota: Villa y Zeballos hicieron lo de siempre hacia adelante. Pero también volvieron cuantas veces tuvieron que volver. Y eso habla de compromiso.
Izquierdoz y Rojo saliendo al cruce cada vez que la jugaba lo pedía. Romero, hasta acá conocido como un fantasista, reconvertido en un futbolista de entrega y sacrificio para el bien del equipo. Y esto es mérito absoluta de Battaglia. Si lo dejaba como enganche, el paraguayo iba a perder su lugar.
Hablando del DT, Battaglia hizo que su equipo estuviera corto. Y no se perdiera en pelotazos. Parte de la receta fue que el plantel entendiera lo que se estaba jugando. De principio a fin, Boca lo jugó como una final.
Ahora se le viene otra. Porque los titulares van a descansar pensando en la revancha. Y para este partido Boca tiene la receta.
Si el partido de ida fuera un plato de comida, podemos decir que solo le faltó un poquito de sal. Si, solo faltó efectividad y eso es lo que le debe agregar a la misma receta de la ida. Pero en la vuelta.
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