Pasó otra noche hacia el 28 de septiembre. Una menos para el hincha de Boca. Una más para tachar en el calendario. Cuando se prepara el año, los equipos siempre sueñan con llegar lejos. Y cuando se llega lejos y se está tan cerca del objetivo, el límite entre ganar y perder se hace más fino y más duro a la vez. Porque si bien ya no se hablará de fracaso, todos saben que en Boca el objetivo hace años es el mismo: la Libertadores.

Y hablando de Palmeiras, ¿cómo llega el equipo de Almiron? ¿Excelente? ¿Mal? ¿Bien? ¿Regular? Es difícil definir un estado de este Boca. Por supuesto que primero hay que decir que llega. Que no es poco. Está entre los 4 mejores de América. Y es un logro.

Es tan importante el partido que se viene que casi nadie quiere hablar del Superclásico del domingo. Porque en el medio de los dos choques con Palmeiras hay un Boca vs River. Y a esta altura, casi qué pasa de largo. Y sucede esto, primero porque están claras las prioridades. Y segundo porque Almiron sabe, que si no resuelve la serie en el primer partido, cosa casi imposible, será difícil poner todos titulares en el Súper. Tercero, por si esto fuera poco, el DT sabe que todos los técnicos que fueron campeones de torneos con Boca, como no ganaron la Copa, se fueron marchando. Y hay muchos nombres. Casi todos en los últimos años.

Volviendo a cómo llega Boca, descartamos dos de los adjetivos: Excelente y mal. Porque está claro que jamás brilló con frecuencia y tampoco fue un desastre. Porque por Copa, el equipo perdió solo 1 de 10. Y esto, aunque no lo quieran reconocer es todo un logro.

¿Y cómo llega entonces? Llega sabiendo que algo bueno hizo hasta acá para estar en semifinales, llega reconociendo qué hay plantel para pelear de verdad. Y también llega entendiendo que tiene que jugar mejor que hasta acá. Primero por la instancia y después por el rival.

Si tomamos los dos últimos partidos jugados por los titulares, Boca sacó 1 punto de 6. Perdió con Defensa y empató en 1 con Lanús. Si vamos más lejos, de los últimos 8 partidos ganó solo 1, vs Central Cordoba.

Y además de analizar todo esto, si vamos estrictamente a lo que pasó con Lanús, también es de esos encuentros en los que Boca dejó dudas. Individuales, colectivas, de generación de juego. Lo mejor de Boca fue en el comienzo, por la intención, posesión y protagonismo. Y también en los últimos 8 minutos, cuando Boca tuvo tres llegadas claras: un tiro libre de Zeballos que sacó el arquero Granate, otra cabezazo de Weigandt con destino de gol que manoteó Aguerre, y un remate de Pipa Benedetto que se fue apenas afuera. En este tramo tuvo menos posesión pero fue más vertical y con mayor número de llegadas. Claro, en el medio hubo de todo. Un segundo tiempo en donde Lanus lo empató y lo dominó. Y a lo largo de los 90 dos tapadas tremendas de Romero, ambas con final de gol.

En fin, Boca llega con su equipaje. Que tiene ilusión. Pero que también tiene momentos que no debe volver a repetir. Jueves 28 de septiembre, 21.30, La Bombonera. La madre de todas las batallas.