Cuando se discute sobre dinero, quien escribe estas líneas es muy respetuoso y trata de no dar cifras por respeto a los protagonistas y a la situación general que vive nuestro país. Pero siempre sostuvimos que la diferencia era abismal y que Rossi pretendía mucho mas de lo que Boca ofrecía.

El arquero pedía algo que Boca no podía pagar. Juan Román Riquelme, quien decide todo en el club, se mantuvo firme. Más allá de que esto provoque la salida de Rossi, considero que el Consejo está en su derecho de ofrecer lo que creen que pueden pagar, pero el problema es otro.

El problema de Boca es el Consejo y sus formas. Cada jugador que tuvo que negociar su continuidad terminó afuera del club o enojado por la manera de llevar adelante cada caso o yéndose molesto con ellos. Ofrecen lo que creen pertinente y no están dispuestos a una contraoferta ni a debatir condiciones. No negocian. Y así los enfrentamientos con jugadores y representantes se acrecientan: Tevez, Salvio, Zarate, Pavon, Pol Fernández, Buffarini, Ábila, Izquierdoz y Almendra son algunos ejemplos.

No se puede conducir un club manejándose así. Han chocado varias veces por tener estas formas. Es hora de bajar un cambio y darse cuenta que Boca está por encima de todos. Cuando todas las negociaciones terminan mal, el problema no son los jugadores. Cuando cada decisión tiene argumentos pocos claros y distintas versiones de lo sucedido como las salidas de Miguel Ángel Russo y de Sebastián Battaglia también hacen ruido. Boca necesita paz.

Riquelme fue un extraordinario jugador e inteligente como pocos. Lleva más de 2 años y medio al frente de Boca. Es momento de que se de cuenta que la institución está por encima de él y de su ego. Que el Consejo tiene que cambiar las formas y aprender a negociar. A charlar y a debatir. Este presente de Boca no ayuda a nadie. Ni siquiera a ellos si es que pretenden ganar la elección que viene. Pero fundamentalmente quien sale más dañado es el club y el que más sufre es el hincha, curiosamente, el que siempre apoya.