Opinión - Diego Monroig
Nos hemos cansado de debatir sobre si la fiabilidad de un equipo se garantiza con su buen juego. Y sin caer en la interminable discusión sobre qué es jugar bien, concluyo que en la Copa Libertadores se gana y si se puede, se juega.
Por: Diego Monroig
1 de septiembre de 2023
Jorge Almirón llegó a Boca con una idea realmente clara. Riquelme lo fue a buscar porque el plantel pedía a gritos un técnico, un estilo. El 4 3 3 que venía estampado en su prontuario ya marcaba un rumbo, un camino, una pretensión. Sencillamente, el objetivo era ver a Boca con una guía dentro de la cancha.
Al principio, los dos extremos a los lados del centrodelantero buscaban comenzar a dibujar el esquema madre por el que Román había puesto los ojos en Almirón. Sin embargo, lesiones, ausencias y situaciones límites fueron obligando al entrenador a trastocar un dibujo que se presumía inalterable.
Pasó por todos los esquemas, características y posiciones hasta que de golpe aterrizó en la Libertadores. Y el torneo continental le dio una tan rápida como violenta enseñanza. La Copa no te espera, no te perdona y no regala nada. Había que comenzar a adaptarse a un torneo que se define por detalles.
A la hora de jugar la Copa no sólo se trata de que el cuerpo técnico tome decisiones y el plantel las ejecute. Almirón y su equipo tuvieron la suerte de coincidir con jugadores a la altura, comprometidos y fieles a las creencias del entrenador.
Si analizamos puntillosamente cómo juega Boca, vamos a coincidir que defensivamente, a pesar de ser junto con Palmeiras la valla menos vencida de la Libertadores, no ofrece una imagen sólida y sin sobresaltos. Más de una vez ha pasado por altibajos.
Al mismo tiempo, vamos a estar de acuerdo que en el aspecto ofensivo tampoco arrolla al rival ni se destaca por su poderío goleador. Sin embargo, por los nombres que tiene en ofensiva, el rival que esté enfrente siempre tomará recaudos.
¿Entonces si muestra cosas por mejorar en los dos aspectos futbolísticos más importantes, por qué saca un plus a la hora de los partidos importantes?
Entiendo que la respuesta Almirón la encuentra en el plantel que tiene. Más allá de las distintas jerarquías o trayectorias, los jugadores de Boca a la hora de jugar la Copa se destacan por su cabeza y corazón. La postura y la presencia de los jugadores de Boca comparadas con la de los jugadores de Racing en la previa a la definición por penales fue todo un diagnóstico. Había un solo equipo que demostraba tener el control de la situación.
No esperen con el correr de los partidos que Boca sea vistoso y que llene los ojos para aterrizar a la serie con Palmeiras jugando "lindo". Primero, porque no es la intención de Almirón, ni es algo que preocupa internamente. En el cuerpo técnico están convencidos que en la Libertadores los partidos se ganan, no se juegan.
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