Cuando Boca decidió concluir el vínculo con Sebastián Battaglia, el Consejo de Fútbol tomó una decisión clara y contundente que hasta la hizo pública. Hugo Ibarra se haría cargo de la Primera División hasta fin de este año.

Que Boca haya comenzado la temporada siendo el único equipo del fútbol argentino clasificado a la próxima Libertadores empujó a tomar una decisión que puertas adentro siempre estuvo firme.

Por ello durante el último mercado de pases el club no apostó a desembolsar un dineral en incorporaciones y optó por darle oportunidades a los pibes del club. Es por eso que cuando Boca fue goleado por Patronato en La Liga, El Consejo no aceleró los tiempos y fue detrás de un nuevo entrenador. Asimismo, a pesar de estar amparado reglamentariamente decidió no incorporar ante las lesiones de Exequiel Zeballos y Sebastián Villa.

El objetivo Ibarra era claro. Hugo Benjamín debía aterrizar la nave sin turbulencias a final de temporada, más allá de conseguir uno, dos, tres o ningún título. Es cierto que el viaje de la nave comenzó con algunos sacudones y vaya si pudo corregir el rumbo y cumplir con su hoja de ruta deseada.

El punto de partida de esta elección tuvo a Ibarra, Pompei y Gracián como los pilotos de tormenta hasta diciembre con el objetivo de ganar tiempo para la elección del futuro entrenador. En el mientras tanto, siempre se miró de reojo un hipotético escenario que finalmente terminó concretándose. La pregunta que se repetía en medio del casting de probables entrenadores era "¿Y si Ibarra sale campeón?".

Siempre le llevará más tiempo a un entrenador sacarle la ficha a 30 jugadores, que 30 jugadores le saquen la ficha a un entrenador. Las primeras semanas fueron realmente bravas para Ibarra, pero supo y pudo sacarlas adelante. Y no solamente a fuerza de resultados, sino en el día a día en pos de armonizar al grupo.

Desde ya que, sin buenos resultados difícilmente se pueda construir algo en paz. Y a fuerzas de victorias y de la tranquilidad que siempre mostró Ibarra hasta en sus declaraciones, puertas adentro se gestó algo que hoy es clave y lo será a la hora de la decisión final.

Boca supo sobreponerse a las ausencias de Zeballos, Villa y sobre el final de Marcos Rojo. Acertó con la inclusión de juveniles que el propio Ibarra ya conocía de la Reserva. Y cuando debió hacer modificaciones durante los partidos, más allá de acertar o equivocarse, nunca le tembló el pulso si tuvo que sacar a un referente.

Será tema de otro debate si el nivel de juego de Boca convence o gusta. Lo cierto es que Ibarra llega al final de temporada con el objetivo que le dieron cumplido. Aterrizó la nave sin turbulencias, más allá del o los títulos.

En breve se conocerá de manera oficial sí Ibarra dirigirá su primera Copa Libertadores o Boca irá detrás de otro perfil. Lo cierto es que para rendir ese examen final, el actual técnico de Boca ha conseguido un capital muy difícil de alcanzar y más en Boca. Y no se trata de resultados ni de títulos.

Ibarra armonizó un plantel, reconstruyó un grupo en el que todos tiran para el mismo lado y donde hoy ninguno mira de reojo al técnico. Le dió rodaje a los pibes nada menos que en un equipo que salió campeón y no les pesó la camiseta.

Sin dudas que Ibarra llega a esta definición sobre su futuro con ventaja a favor y no se trata de cualquier ventaja. El vestuario en un equipo de fútbol suele ser clave a la hora de las definiciones y pronto se acercará una muy importante que puede tenerlo otra vez a Ibarra en 2023.