Como toda comida o postre, necesita su tiempo de elaboración, nada que sea a las apuradas puede resultar sabroso. Para eso, es fundamental ingredientes de primer nivel y claro está, un cocinero a la altura de las circunstancias.

La construcción/condimentos llegaron allá por el mes de enero con Benedetto, Pol Fernández, Romero, Figal. Elementos de primerísimo nivel. Los dueños de la cocina, el Consejo de Fútbol, decidieron desde entonces que Battaglia sea el encargado de fabricar ese manjar.

El desafío para el cocinero no era fácil, todo sobre la mesa, la presión de los comensales que hace tiempo estaban esperando ese postre, casi 15 años.

Al principio y como en todo proceso hay altibajos, idas y venidas, al punto tal que en un momento casi se arruina por completo el postre. Ahí fue donde estuvo la templanza de Battaglia y la calidad de su jugadores para sacar a flote el proceso. Una cosa, después la otra y la creación volvió a tomar color.

Es difícil hoy saber cuál fue el ingrediente o momento en que se salvó ese postre, algunos dirán River, otros Estudiantes, otros Racing, pero lo concreto que se reflotó.

Sobre el final volvía la presión, era la conclusión de todo ese trabajo posiblemente lo más importante. La decoración fue contra Tigre, los espectadores estaban muy ilusionados con lo que veían pero faltaba el último eslabón, la frutilla. Frutilla que llegó ayer por la noche para cerrar un plato delicioso, satisfacer por completo a los hinchas y mirar lo que viene con la panza llena y contenta.