Generalmente estamos acostumbrados que ante semejante hecho y barbarie, y luego de la suspensión de un partido de tanta trascendencia, aparecen los oportunistas y los ventajeros.

¿Qué beneficio puedo sacar de esta suspensión? ¿En qué me puedo beneficiar? ¿Qué me conviene más? ¿Cuándo me beneficia jugar? En este caso, nada de eso sucedió. Boca eligió el silencio post batalla de La Plata, enfocarse en lo que viene y esperando la decisión de saber cuando va a continuar el partido (en principio miércoles 19 en cancha neutral sin público).

No hubo ninguna voz oficial del lado de Boca marcando postura, ni intentando llevar agua para su molino. Había alguna presentación preparada en la práctica de Ezeiza, que con buen tino fue postergada. Tampoco hubo conferencia del entrenador.

En este momento, todo lo que del lado de Boca se pueda decir, iba a ser tomado de manera tendenciosa. Ni hablar que el único tema a tocar, iba a ser lo ocurrido en la noche platense.

Boca optó por la postura de mantenerse en silencio. Los jugadores no se manifestaron, los dirigentes tampoco. El club solo aguarda la mejor decisión para que el partido se reanude. Restan 81 minutos.

En medio de tanto caos, a veces quedarse callado es lo más inteligente. Es lo que hizo Boca con mucha inteligencia.