Han debutado muchísimos chicos durante esta gestión. Y casi todos han rendido. Cada aparición fue por necesidad. Lesiones, expulsiones o la maldita pandemia hizo que Boca tirara a la cancha bajo las gestiones de Russo, Battaglia e Ibarra a los chicos. Pero nadie los respaldó.

Esto enoja a la gente porque habitualmente juegan los mismos y sus rendimientos son muy bajos. Y no hay lugar para los juveniles que siempre dijeron presente cuando se los necesitó.

Weigandt (hoy lesionado) demostró estar a la altura de este Advincula del último tiempo. Fabra, con enormes distracciones defensivas, está tapando a un jugador de otra jerarquía como Barco. Pol y Ramirez parecen no poder salir del equipo. Equi Fernandez mientras tanto, insólitamente, espera una chance habiendo demostrado que su ingreso cambia notoriamente al equipo. Y los casos más inexplicables son las ausencias de Zeballos y Langoni. El primero era figura hasta su lesión y el segundo fue la figura del torneo que terminó ganando Boca.

Nadie pide que jueguen todos juntos, pero se instala que hay que llevarlos despacio porque son jóvenes y quedó demostrado que no hay mentira más grande que esa. Hace días, Enzo Fernández fue la figura de Argentina después de Messi con tan solo 21 años y fue vendido en un pase récord al fútbol inglés. No importa el DNI, si son buenos hay que ponerlos. Si el DT tiene la personalidad necesaria para sentar en el banco a determinados jugadores, claro.

Se viene, aparentemente, una ratificación del once que empató con Central Córdoba. El mismo DT dijo el domingo que tenía que dar confianza a un equipo y eso hizo hoy. No hay que tener temor de poner a los chicos. Ellos han dado la cara por el equipo varias veces. Peor de lo que viene jugando, no va a jugar por ponerlos a ellos.

Confianza. Pero a los chicos que juegan bien. No a los grandes que juegan mal hace tiempo.