Daría la sensación de que todo empezó aquella tarde cuando Roma le atajo el penal a Delem en 1962 en la Bombonera. La cosa era atajar el penal adelantándose o no, era un Roma que a partir de ese momento cargó el buzo del arquero de Boca con una energía única insuperable. Ese Buzo, el del arquero de Boca es el mágico, el que activo Roma hasta el día de hoy, y el que permite que, ante el buzo del arquero de Boca, todos sucumben.

A las pruebas me remito. Arranquemos de Gatti para acá, cuando comenzó a ganar títulos internacionales, ese Gatti apodado el Loco que, por el momento era un trotamundos de equipos en la Argentina de menor categoría. Gatti atajó el penal decisivo en la final de la Copa Libertadores frente al Cruzeiro en el 1977.

Después apareció como dueño de ese buzo mágico Fernando Navarro Montoya quién atajó 10 penales importantes, entre ellos el de la final de Supercopa en 1989 que, mas tarde Giunta coronaría con el penal decisivo que significó el título.

Llegaría más tarde la era de Oscar Córdoba y Roberto Abbondanzieri, 9 penales entre los dos, para ganar todas las copas habidas y por haber. Luego, incluso algunos que pasaron sin tanta chapa, como Agustín Orión, Guillermo Sara y Sebastián Sosa que fueron decisivos en definiciones que le valieron más logros al glorioso Boca Juniors. Siempre con el aura que quedó en ese buzo mágico, que enarboló el Gran Antonio Roma.

Más tarde y ya entrando por estos años aparece Esteban Andrada, quién a pesar de no tener una relación muy romántica con los dirigentes, fue decisivo con 5 penales, y mucho más cerca Agustín Rossi casi un calco del mundialista, Sergio Goycochea, hasta llegar al actual Sergio Romero, sin olvidarnos que, hasta el arquero de los juveniles, Diaz Robles fue contundente para que Boca lograra a la Copa Intercontinental Sub 20.

Es decir, cualquiera fuese el nombre, desde Gatti a Romero y pasando por todos los gustos y manera de atajar, lo grandioso y mágico es el buzo del arquero de Boca, aquel que naciera en la gloriosa tarde del penal de Roma y su picardía a Delem, ese buzo con ese escudo que llevan los colores del más grande del mundo apichona y ablandan a cualquiera que va a patear un penal.

Prueba de esto es que algunos de estos arqueros hasta llegar a Boca no se destacaban por atajar penales, recuerden la dos finales de la Copa América perdidas frente a Chile a nivel selección, en donde Romero era el arquero y ahora se pone este buzo y se transforma en superhéroe. Es que Boca, todo lo hace posible.