Independientemente de la falta de actitud para ir a buscar el partido de Boca en el primer tiempo, del mezquino planteo que hizo el tridente técnico azul y oro, de un Rossi con una actuación descomunal, de la pelea entre Benedetto y Zambrano, de la falta de un líder en el vestuario, de la falta de organización y respeto por la camiseta de Boca, de dirigentes que se fueron ni bien terminó el partido en autos particulares porque los restaurantes cerraban temprano... todo esto es cierto, pero mucho más cierto es que nos robaron el partido en el último minuto.

Nos robaron, cuando Rapallini con una falta tremenda de autoridad y personalidad arrugó ante el clamor de 40 mil hinchas de Racing que lo insultaban y amenazaban si sancionaba cuando vió la imagen en el VAR del claro penal que cometió Gomez al tocar y llevarse la pelota con la mano, despejando el peligro que tenía su equipo de recibir el gol. Un penal evidente que vimos absolutamente todos, hasta el propio árbitro.

Me fui de la cancha y todos los colegas, incluso los propios empleados de Racing, que muy amablemente nos atendieron, reconocían la clara infracción con la que privaron al xeneize.

Si a toda la desorganización que le vimos a Boca, le sumamos que no tiene presencia dirigencial en AFA, ni en la Liga y mucho menos en la designación de los árbitros, nos seguirán robando.

Con esto último, más todas las torpezas futbolísticas manifiestas de todos los partidos que observamos en el equipo, nos hacen pensar en que si no hay un giro de 180 grados, vendrán momentos más que complicados.