El partido fue una excusa para que Riquelme tuviera ese momento que se venía postergando desde hace varios años. Lionel Messi fue el invitado de honor y estuvieron presentes los tres entrenadores que marcaron la carrera del 10: José Pékerman, Alfio Basile y Carlos Bianchi. Russo y Bilardo fueron invitados.

El encuentro terminó 5-3 para Boca y tanto Román como Messi marcaron un golazo cada uno. Paredes con la de Boca ilusionó al público. Volvió Rodrigo Palacio. Córdoba le sacó un mano a mano a Messi. Gago no perdió su categoría. Aimar y Saviola están para jugar. Giunta recibió un mimo al alma. Di María se volvió querido en todo el país. Dijeron presente los técnicos de este proceso: Battaglia e Ibarra. No estuvieron Guillermo y Palermo.

Pero lo mas importante llegó después. Todos esperaban que Riquelme tomara el micrófono y se dirigiera a la gente. Algunos especulaban con un anuncio político. La intención era no mezclar y que fuese una fiesta. Y así fue.

Palabras emotivas para cada DT, mención especial para Messi, el recuerdo a Maradona (tal vez reconociendo algún error del pasado) y un mensaje sentido al hincha. Sin politizar la despedida. Con emociones y risas. Así se vivió la fiesta en La Bombonera. Ese estadio que tantas veces lo ovacionó, lo vio por ultima vez con la 10 en la espalda.

Un partido para toda la vida. Seguramente para él y para todos los que estuvimos presentes no lo olvidaremos. El homenaje al ex jugador. Al que ganó 11 títulos y demostró ser un distinto total, con una calidad pocas veces vista. Se despidió, para muchos, el mayor ídolo de la historia de Boca y volvió a hacer una jugada maestra. Muchos esperaban un anuncio político para criticarlo y decirle que utilizó su fiesta de cara a las elecciones.

Riquelme hizo el mejor lanzamiento de campaña posible: sin palabras, pero con una cancha que se vino abajo coreando su nombre.

Ahora sí. Que empiece el show.