Martín Arévalo - Opinión
Una victoria no lo hará campeón. Una derrota no lo marginará con 9 fechas por jugar. Sin embargo, los 3 puntos de un Superclásico generan un sprint distinto a todo.
Por: Martín Arévalo
9 de septiembre de 2022
El campeonato no se define el domingo. En lo más mínimo. Quedan 30 puntos en juego y sin el Superclásico quedarán 27. Mucho. Es muchísimo pensar que el fin de semana se decide la historia de este semestre. Sin embargo, el Boca - River siempre genera algo más. Y si bien en este caso no tiene que ver con 3 puntos que liquidan un torneo, sí está relacionado al envión que puede tomar el equipo en las últimas 9 fechas, en las que, además, tiene que jugar con Huracán, Gimnasia y Godoy Cruz, tres de los que están en el lote de los de arriba.
Un ejemplo de lo que significan estos partidos nos remonta al 2008. El equipo de Carlos Ischia, en aquel Clausura, venció al River de Diego Simeone con un gol de Lucas Viatri en El Monumental. Era un Día de la Madre, un 19 de octubre. Y amén del triunfo en sí, la victoria generó una fuerza en el equipo que terminó con la vuelta olímpica en la cancha de Racing, tras un triangular para el infarto. Casualmente, aquella tarde, Hugo Ibarra, hoy DT de Boca, fue expulsado en el inicio del segundo tiempo.
La gráfica de este ejemplo puede aplicarse al domingo. No se defina nada. Si gana, no será campeón, y si pierde, no quedará afuera del campeonato. Pero aunque sea un juego de palabras, define mucho:
Boca viene de 3 victorias al hilo (Defensa y Justicia, Atlético Tucuman y Colón). Un triunfo significaría reafirmar que la levantada es real y no producto de un espejismo, porque si bien Boca ganó los últimos 3, es cierto que en todos los partidos Agustín Rossi fue figura y el rival mereció más.
Define el carácter de un equipo. Siempre se mide en los partidos más complicados. Y un clásico, sin importar como venga el rival, siempre lo es.
Es el primer Superclásico con gente en las tribunas después de los dos años de pandemia. Jugar bien ante tu gente te da un plus: el plus de la confianza y de la creencia en vos mismo. Es hora de que este equipo se mire al espejo y se guste. Porque salvo excepciones, como frente a Estudiantes de la Plata y el segundo tiempo con Atlético Tucuman, cuando Boca se mira a sí mismo, no está a gusto con su juego.
¿Qué más define? Define a algunos futbolistas. En su manera de jugar y en su carácter. Boca llega con muchas ausencias. La principal es la de Sebastián Villa. Desequilibrante siempre. Y, además, autor del gol del triunfo en El Monumental. Tampoco está Exequiel Zeballos.
Y desde el cuerpo técnico prenden velas para que Marcos Rojo no corra la misma suerte y pueda llegar, ya que toda la semana estuvo con molestias.
En fin, el Súper no define nada, pero a la vez define todo. Es difícil hablar de un gran futuro con un mal domingo. Ahora, si el domingo pinta bien para Boca, será casi imposible no augurar un fin de año prometedor.
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