La previa del superclásico siempre resulta difícil, porque inconscientemente en la cabeza de todos está el partido ante River. Boca llegó a jugar a Lanús con cambios de nuevo en el equipo (de nombres y de esquema) con la intención de empezar a encontrar un buen funcionamiento, pero sobre todo para llegar entonado al Monumental.

Siempre enfrentar a Lanús y de visitante es complicado. Y mucho más si a los 12 minutos ya estás perdiendo 1 a 0. De arranque se notó al local más metido, con más ritmo. Y en el primer tiro al arco, Bou recibió solo y con espacio puso en ventaja al Granate.

El primer tiempo de Boca fue muy malo, de lo peor que se le vió hasta ahora. Un equipo confundido para atacar, volantes que nunca se hicieron cargo del juego, hasta dio la sensación que Equi Fernández y Medina estaban cansados. Tan pobre fue lo de Boca que sólo generó una situación de peligro, un cabezazo de Janson recién a los 28 minutos que tapó muy bien Acosta.

En el segundo tiempo Boca arrancó más enchufado, con más ritmo, más adelantado. Puso más gente en ataque pero sin ser claro. Un equipo previsible, desorientado. Hasta Figal en el final, en el campo de juego dijo lo que vemos todos: falta juego.

Boca es un equipo irregular, que no transmite nada, que todavía no sabemos a qué juega. Es preocupante que el entrenador cambie fecha tras fecha y no veamos una idea. Se necesita una reacción urgente, el domingo no se permite un paso en falso. El domingo cueste lo que cueste.