Con el diario del lunes, lo primero que surge como conclusión es que Boca tiene que ser el campeón del fútbol argentino. Por plantel, por historia y por recambio de futbolistas. Ahora bien, si hacemos un análisis más profundo, que el conjunto Xeneize esté en ésta posición expectante, es más falencia de los rivales que mérito del buen juego de Boca.

Salvo ante Atlético Tucumán y River, en donde el equipo ganó con autoridad, después no fue un torneo muy bien jugado. No aparecen en la memoria partidos en donde el conjunto de Ibarra haya jugado un fútbol de alto vuelo.

Pero lo cierto es que a lo largo del torneo ha ganado partidos en los últimos minutos y hasta algunos ayudado por la falencia de los rivales a la hora de definir. Esto lo llevó a meter una racha de partidos sin perder, después de la dura derrota vs Patronato en Paraná por 3-0 lo que parecía el final del ciclo de Hugo Ibarra.

Supo levantarse. Se reinventó y encontró en los juveniles las variantes y la frescura que el equipo necesitaba. Hasta la derrota del fin de semana vs Newells, parecía que se quedaba sin dudas con el torneo. Hoy la situación es otra. Necesita vencer a GELP en el partido pendiente para llegar a la última fecha sin depender de nadie.

¿Sirve igual ser segundo si analizamos lo que hizo el equipo a lo largo del Torneo? ¿O a esta altura solo sirve ser campeón?