Opinión - Diego Monroig
Boca es un equipo en la Copa y otro totalmente distinto en el torneo local. La motivación que genera en sí la Libertadores obliga inconscientemente a tener la cabeza en un único objetivo sin que signifique descuidar el resto de los compromisos. Ya lo dijo Riquelme: "Es muy difícil enfocarse en un determinado partido con un escenario tan pesado por delante".
Por: Diego Monroig
13 de octubre de 2023
La imagen futbolística que Boca muestra en la Copa de la Liga genera incertidumbre, preocupación y sorpresa. En algunos casos los mismos jugadores que en Libertadores rinden alto, en la Liga dejan mucho que desear y hasta cometen errores infantiles. El partido con Belgrano es la mejor síntesis de una de las dos caras que tiene el equipo de Almirón.
En la Copa Libertadores el nivel se eleva. La presión que ejerce el equipo sobre los rivales es notable, la concentración de los jugadores en cada segundo del partido es admirable y el orden táctico que llevan a cabo asombra. El mejor diagnóstico que refleja que la obsesión no sólo le pertenece al hincha, sino también a los verdaderos protagonistas que en cada partido de eliminación directa se han mostrado comprometidos con la causa.
De los últimos 15 partidos, Boca ha ganado tan sólo 2 en los 90 minutos. Esta estadística se podría corregir con un dato tan real como polémico para los fundamentalistas de los penales. Porque en realidad Boca no ganó 2, sino 6 de los 15. Almagro, Nacional, Racing y Palmeiras fueron derrotados por Boca, de lo contrario no hubiera seguido avanzando tanto en Copa Argentina como en Libertadores.
Sin embargo, a pesar de haber aterrizado en la Final de la Libertadores, los cuestionamientos sobre Almirón crecen partido a partido. La incertidumbre sobre dejar de depender de Chiquito Romero ha sido una constante. Ahora solo restan 90 minutos, posiblemente alargue y quien te dice penales otra vez. Que diste tanto de un torneo a otro el rendimiento realmente preocupa más allá de las psicológicas explicaciones del caso.
Almirón ha dirigido 38 partidos hasta el momento. Ganó 20. En este número incluimos justamente los partidos ganados por penales, como debe ser. Empató 7 y perdió 11. O sea, ganó más de la mitad. Y si afinamos aún más el lápiz el diagnóstico se convertiría en digno de estar bajo la lupa si no hubiera hecho en la Libertadores que hizo, ya que en los 90 minutos solo ganó 16 de 38.
La cabeza es un factor clave y ha quedado demostrado. Jugadores experimentados y de jerarquía modifican involuntariamente su rendimiento de acuerdo al torneo que protagonizan. El Boca de Almirón está cerca del máximo objetivo y lamentablemente a esa distracción que va creciendo durante la espera, se le sumó la lesión de Changuito Zeballos. No solo entristeció al plantel sino que indirectamente se piensa que en estos últimos metros una lesión te puede borrar de la final.
Boca siempre será noticia, tanto en el éxito como en el fracaso. Hoy el nivel de juego está bajo la lupa, sobre todo en la Copa de La Liga y Copa Argentina. En la Copa Libertadores, Boca ha demostrado puntualmente en los últimos partidos que ha madurado en su juego. Se ha convertido en un equipo serio, a la altura de la Libertadores. No es casualidad que protagonizará la final número 12 de su historia. Más allá de cualquier crítica o cuestionamiento, el traje de la Libertadores está hecho a la altura de Boca.
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