Después del no del Tata, ¿qué? Había un papel con varios nombres en la noche que decidieron llamar al ex DT de México: Sampaoli, Pekerman, Cacique Medina, Diego Martínez, Diego Alonso, entre otros.

Si bien no iban a intentar con ninguno hasta terminar las charlas con Martino, había nombres. Es decir, existían planes alternativos. Con el correr de los días surgieron otros nombres: Almiron, Zubeldia, y varios más. Y finalmente el humo blanco apareció, porque el sábado 8, en la previa de las Pascuas de Resurrección, en la previa del partido con Colón, Riquelme llamó a Almiron y lo confirmó como DT.

¿Qué tiene Almiron como positivo? Justamente lo que necesita el equipo hace mucho: una identidad, una manera de jugar, una forma de pararse en la cancha. A Boca, incluso en el torneo largo donde se consagró campeón, se le reclamaba algo más de estilo. Porque ganaba y ganaba. Pero no se sabía bien a qué jugaba.

¿Cuál es el estilo de Almiron? Es de esos técnicos a los que le gusta mucho atacar, tener protagonismo. Le obsesiona la tenencia de la pelota y la idea madre de salir jugando no la resigna casi nunca.

¿Qué tiene de negativo? Más que negativo es descriptivo. Su actualidad no tiene buenos resultados. En sus últimos equipos le fue mal: San Lorenzo, Elche, Lanús... ¿Quiere decir algo? No, simplemente es una descripción de la realidad. Incluso el mismo Almiron habló de su nombre y de la necesidad de volver a ser. Almiron supo ser campeón con Lanús, con una manera muy ponderada por el mundo del fútbol. Con ese mismo equipo, en 2017, terminó siendo subcampeón de la Libertadores (perdió con Gremio).

Más allá del pasado o del presente, Almiron tendrá un duro trabajo. Primero demostrarse a sí mismo que puede lograr aprovechar la oportunidad de su vida. La vara de Boca está alta en cuanto a resultados en el ámbito local (Battaglia fue bicampeón, Ibarra ganó dos títulos, Russo otros dos, Alfaro uno y 16 fechas del torneo de Miguel, Guillermo bicampeón, Arruabarrena dos títulos). Sin embargo, en el último tiempo padeció de buscar buenas formas y no encontrarla. Quizá ese sea el desafío más grande del nuevo DT. Hacer jugar mejor a un equipo que viene ganando pero no gustando.

La otra parte del trabajo, la más difícil y el sueño de todos: ganar la Libertadores. Algo que no pasa desde el 2007. Y algo que Boca estuvo cerca de conquistar en 2012 con Falcioni y en 2018 con Schelotto.

Pero todo eso es lejano. Primero lo primero. Y para soñar tendrá que empezar a dar pasos firmes. Con Almiron presente, Boca volvió a perder. Esta vez con un equipo que no ganaba hace mucho tiempo, Colón.