Diego Monroig - Opinión
Boca ratificó ser el mejor en el ámbito local, con un equipo en funcionamiento. Ahora buscará cerrar su primer semestre de galera y bastón, en el mejor anfiteatro.
Por: Diego Monroig
23 de mayo de 2022
El calendario desafió a Battaglia: se le paró enfrente, lo quiso gambetear, pero justo en el último regate el León santafecino se quedó con su objetivo. En 44 partidos nunca había tenido a disposición su once ideal, hasta que los planetas Rendimiento y Esquema se alinearon. Olfato de mediocampista, paciencia de equilibrista.
Los que vinieron de Europa
elevaron la vara (Advíncula, Rojo, Salvio y Benedetto). Los históricos
recuperaron su lugar y su nivel (Rossi, Izquierdoz, Fabra y Villa). Y los que
llegaron para dar el salto de calidad cumplieron (Pol y Óscar). En medio de
tanta experiencia, con 20 años levantó la mano Varela, siendo el representante
de una camada que siempre está lista para pelear por la titularidad.
Una combinación perfecta para
intentar cumplir el primer objetivo. Salvo Romero, el resto de los titulares ya
habían sido campeones con Boca y hasta habían protagonizado al menos una final
en el club.
A la hora de los mano a mano, Battaglia
y Rossi inflaban el pecho al aterrizar en Córdoba. El DT ostentaba un invicto
de seis y al arquero no le habían convertido en sus últimos 9 partidos. Y como
si fuera poco el tridente ofensivo se hacía responsable de 18 de los 29 goles
que el equipo había gritado en 2022.
Cada pieza parecía estar en su lugar y funcionando como se esperaba. Cuando el plantel llegó al Kempes los 25 futbolistas para concentrarse estaban acompañados por otros 25 ex futbolistas del club, divididos en diferentes funciones (cuerpo técnico, Consejo de Fútbol y entrenadores de cada una de las divisiones juveniles). La esencia del sentido de pertenencia dijo presente.
Saliendo para el estadio. Esto es Boca!!! #IdentidadXeneize #VamosBoca?? pic.twitter.com/an5aYweFWG
- BocaRRPP (@BocaRRPP) May 22, 2022
Vestido de gala no solo estuvo a
la altura, se impuso por peso propio y sin cuestionamientos. Boca protagoniza
el mejor momento de la era Battaglia y coincide con la estación de las
definiciones. Ya tiene su estrella 72 y ahora va por los Octavos de Final en la
Copa Libertadores.
Cuando escuchaba: ¿Qué partido es más importante, con Tigre o con Deportivo Cali?, imagino a la historia del club poniéndose de pie y, con tono soberbio pero seguro de sí mismo, responder: "El próximo, en Boca siempre hay que ganar". Y tiene razón porque no existe mejor contexto que este para llegar a definir la continuidad en la Libertadores.
La Copa Libertadores es la obsesión
y ser el mejor de Argentina viene siendo una sana costumbre, se ha coronado en
cuatro de los últimos seis. El jueves La Bombonera recibirá al campeón y
enseguida deberá cambiar el chip local por el internacional.
Sin dudas será una noche de Gala
y el Xeneize ya demostró que el traje le queda a medida. Le ha tenido que hacer
algunos arreglos, pero llegó a tiempo para lucirlo en los momentos más
importantes. El Templo estará decorado para la ocasión. No habrá una puerta sino
un túnel. No sonará un piano, pero vibrarán miles de gargantas.
Boca quiere renovar los votos y
volver a conquistar a Lali, su loca obsesión.
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