Cinco victorias obtenidas de manera consecutiva colocaron a Boca en una inmejorable levantada anímica y futbolística que le permitió a sus hinchas, ilusionarse con pelear nueva y seriamente un campeonato en este caso de la Liga Profesional de fútbol en la Argentina. Lo cierto es que esa ascendente ilusión sufrió hoy, un paso en falso tanto en el rendimiento como en el resultado obtenido por el equipo Xeneize frente a Huracán.

El marcador final con empate en cero incluído, describe a la perfección lo que dejó la tarde noche de fútbol en La Bombonera; dos equipo que nunca pudieron sacarse ventajas y que no lograron inquietar jamás con algún tipo de seriedad el arco de su rival.

El planteo inicial propuesto por Ibarra, con el ingreso de Facundo Roncaglia en lugar del lesionado Nicolás Figal en su línea defensiva compuesta por cuatro hombres, el rombo planteado en la mitad de la cancha con Pol Fernández por la derecha, Alan Varela en el centro, Martín Payero esta vez sobre la izquierda y Aaron Molinas como un clásico enganche, no brindó sobretodo a largo de la primera mitad los resultados esperados. Aislados de sus compañeros, Darío Benedetto y Luca Langoni jamás pudieron acercar peligro hacia el arco de Lucas Chávez al menos hasta el momento del descanso en el entretiempo.

Con el ingreso de Luis Vázquez en lugar de Benedetto (sufrió dolores estomacales a lo largo de toda la noche), el conjunto Xeneize logró pararse unos metros más adelante durante la segunda mitad, ganó terreno para jugar en campo visitante e intentó presionar con mayor eficacia a esta batalladora versión del Huracán de Diego Dabove. Sin embargo y más allá de algún esporádico desborde de Frank Fabra, un perdido remate de Aaron Molinas y hasta un tibia definición de Guillermo Pol Fernández en el final, el equipo de Hugo Benjamín Ibarra jamás mostró los suficiente argumentos como para aspirar a quedarse con los tres puntos.

Los ingresos de Juan Ramírez, Óscar Romero y ya en el final Nicolás Orsini, tampoco acercaron las soluciones esperadas y así el trabajo ofensivo del equipo en la segunda mitad quedó visiblemente desdibujado nuevamente.

En defensa, sin la necesidad de brillar pero sosteniendo su gran momento, Agustín Rossi mantuvo el cero en la valla Xeneize y en definitiva, el empate le sienta muy bien a lo demostrado por ambos equipo durante los poco más que 95 minutos de juego.

Se vendrá para Boca una semana corta y la necesidad de preparar de la mejor manera el equipo para intentar superar el próximo viernes a Godoy Cruz y traerse los tres puntos de Mendoza. Luego vendrá la Copa Argentina frente a Quilmes donde una vez más, se impondrá la necesidad de una victoria. Así es el Mundo Boca y está claro, que nadie lo sabe mejor la gente que hoy tiene la responsabilidad de comandar el club.