No solo duele quedar eliminado de la Libertadores, además duele mucho más quedar afuera ante un rival que no hizo nada en los 90 minutos para ganar el partido y solo pensó en llegar a la instancia de los penales.

La eliminación deja muchos puntos para analizar. Primero que Boca en los 180 minutos ante el Corinthians hizo más méritos para pasar a los cuartos de final. Sin brillar, sin ser vistoso pero si teniendo la intención de ir a ganarlo, generando situaciones, sobre todo ayer en el primer tiempo. Pero falló en la definición allá en Brasil y en la Bombonera. Y después en los penales. Los errores se pagan y Boca quedó eliminado.

Desde el juego Boca nunca fue un equipo convincente, desde el funcionamiento siempre nos mostró poco. Con malas lecturas del entrenador en varios partidos, como ayer, que el partido necesitaba más de Vazquez que de Ramirez cuando el equipo en el segundo tiempo tiraba centros.

La historia de los penales pasa por la confianza de los jugadores. Si Benedetto sintió que estaba para patear el segundo en la noche, bueno. Lo pateó mal, está claro que el primer penal lo pinchó, lo sacó de eje. Lo sacó un poco de partido, daba la sensación que mentalmente no estaba. Pero si él estaba con fuerzas para volver a patear, la indicación tendría que haber llegado de Battaglia.

Boca se sostuvo por sus individuales, por los rendimientos de sus jugadores a lo largo del semestre. Rossi, los centrales, Fabra, Villa, Benedetto fueron los que muchas veces salvaron a Boca.

Las declaraciones de Battaglia en la conferencia pidiendo refuerzos no ayudan. Innecesarias por el momento, que además deja en evidencia la poca relación entre Battaglia y Riquelme en el último tiempo. Sorpresivas más de alguien que conoce tanto las repercusiones de este tipo de declaraciones.