Después de la eliminación con Corinthians, Boca jugó con San Lorenzo de visitante, y perdió. Volvió a la Bombonera y ganó. Luego jugó con Argentinos en Paternal y perdió. Recibió a Estudiantes, ganó y disputó el mejor partido en la era Ibarra. Volvió a salir de su casa y otra vez sopa: 0-3 con Patronato. Y la peor versión del team del nuevo DT.

Ahora vuelve a jugar en la Bombonera, no para que esta racha siga estando vigente y vuelva a ganar, sino porque el de Platense, es un partido en el que se van a jugar muchas otras cosas.

Tras la derrota en Paraná, llegó la reunión con Rossi y todo lo qué pasó después: días turbulentos, días de furia y el hincha... el hincha ahí, mirando, escuchando todo y masticando bronca. Porque quiere ver a su equipo con más paz y con un mejor andar. Se le fue otra vez el sueño de la Libertadores. Pero está ahí, con ganas de volver a la cancha a alentar. Y a ver a su equipo jugar mejor y ganar.

La del sábado será una de esas noches en las que el equipo se jugará mucho. No es una final. No hay un título en juego, pero Boca ya perdió por demás en este torneo: Seis derrotas. 6 sobre 11 partidos jugados. Es demasiado para un grupo que el pasado 22 de mayo dio la vuelta olímpica en Córdoba.

Desde Corinthians para acá, el equipo tuvo todos los sobresaltos posibles. Y es paradójico e increíble todo lo que sucedió: Salida del entrenador, salida del capitán, algunos conflictos inéditos y un andar rarísimo en el torneo. Todo es real. No menos real, que el equipo tiene que mejorar si o si su imagen.

Tan flojo que jugó ante Patronato, en el que el xeneize no mostró nada. Pero nada de nada. Ni fútbol, ni energía, ni rebeldía para cambiar algo que se estaba haciendo mal. El sábado se escribe otra historia.