Carlos Bianchi siempre decía que el partido posterior a un Superclásico tenía un valor especial, distinto. Y si tocaba perder, como le pasó a Boca la semana pasada en el Monumental, mucho más, para dar la cara ante la gente, para ver la reacción del equipo.

Y le tocó hacerlo frente a un rival incómodo como Belgrano, que llegó a la Bombonera con una de las vallas menos vencidas del campeonato. Pero Boca asumió desde el comienzo el protagonismo. Salió a presionar, a tener la pelota, tuvo a Villa enchufado, el colombiano fue determinante en cada ataque de Boca, que no tuvo claridad para convertir en ese arranque. Lo malo es que esa buena imagen duró 15 minutos, porque después el equipo se fue apagando.

Los goles de Payero y Benedetto en el comienzo del segundo tiempo le dieron tranquilidad al equipo, se fue soltando, hizo circular muy bien la pelota y con espacios, sumado a los jugadores rápidos como Villa y Advincula siempre dió la sensación de estar cerca de que la diferencia sea mayor.

Valen mucho estos 3 puntos, para dar vuelta rápido la página, para la recuperación futbolística pero sobre todo anímica. Que sirva para lo que viene, que sea un contagio para seguir sumando en el campeonato pero sobre todo para tomar confianza para la Copa Libertadores.