Cuando Darío Benedetto volvió a pisar el predio de Boca como nuevo refuerzo a mediados de enero, se sabía que llegaría con las valijas cargadas de goles pese a su poco rodaje en el fútbol europeo, donde nunca terminó de asentarse y ganarse al público.

Ya desde el primer partido de la Copa de la Liga frente a Colón, el Pipa demostró que iba a pagar la confianza que se le dio desde un principio y fue el autor del tanto en lo que terminaría siendo empate 1-1 en la Bombonera.

Unos días más tarde, en Mar del Plata, el ex Olympique de Marsella y Elche no pudo marcar su nombre en la red, pero fue clave al dar una asistencia y ganar 2-1. Y aunque contra Rosario Central no fue protagonista, el pasado sábado frente a Independiente anotó por duplicado para saldar su deuda y aumentar a tres su marca personal.

Sin embargo, el ataque del Xeneize no tendría solo en el 9 a su máxima estrella. Es que, a diferencia del año pasado, Sebastián Villa parece haber recuperado la memoria y nuevamente es el jugador desequilibrante que rompe con las líneas por los costados.

El colombiano lleva dos goles (doblete vs el Tiburón) y dos asistencias (vs el Sabalero y el Canalla) en estos primeros cuatro partidos, por lo que supo convertirse rápidamente en el socio ideal para que Benedetto no sea el responsable de todas las tareas en el área.

Como en los viejos tiempos, el extremo y el mediapunta volvieron a unirse y son las claves principales para que el equipo pueda maquillar las distracciones en defensa, que tanto le están costando a Sebastián Battaglia reparar.