La pregunta que seguramente más de uno se habrá hecho o se sigue haciendo es si algo cambiará con la asunción de Román o si Boca seguirá funcionando sobre los mismos carriles que lo venía haciendo bajo la conducción de Ameal. Para muchos, a pesar de la figura principal de Ameal, el que tomaba todas las decisiones era Riquelme y muy lejos de la realidad no estaba ese pensamiento.

Soy un convencido que los resultados de las gestiones definen a las personas mucho más que a las doctrinas o partidos políticos. A Riquelme y Ameal los puede unir una misma idea o premisa, sin embargo a la hora de gestionar o llevar adelante el club los resultados no serán los mismos por el simple hecho de que son diferentes personas. Se trata de las personas, no de los partidos políticos.

En la historia política argentina o mismo en Boca hay claros ejemplos. Las personas son las que hacen la diferencia, ya que una idea, gestión o promesa de campaña será ejecutada de manera distinta por unos o por otros y por ende se conseguirán distintos resultados. Ni mejores, ni peores, simplemente distintos.

Riquelme asumió formalmente como Presidente y su estilo lejos de las formas, los protocolos y los contextos presidencialistas comenzaron a decir presente. Cuando la mayoría de la Comisión Directiva entrante seguramente deseaba posar junto a Román para inmortalizar ese recuerdo en el día de su asunción, el nuevo Presidente no apareció.

Dentro del marco legal no era obligatoria su presencia, simplemente se trataba de una firma que estamparon sus apoderados. A su manera gambeteó, no solamente al periodismo, sino a más de uno de su nueva CD. La prensa deseosa de un acto con un marco protocolar que nunca se llevó a cabo, después de tantas horas de guardia en la puerta del club, fue testigo de su primera jugada. Y aquí entramos en una eterna discusión sobre si lo protocolar o simplemente la gestión, definen tu gobierno.

Esta decisión es la primera muestra testigo de lo que vendrá. Entiendo y deduzco apoyándome en su forma de ser que Román comienza una nueva era alejada de los formalismos y buscando despresidencializar la imagen de la máxima autoridad de un club, entendiendo que sólo definen a un gobierno los actos, las decisiones y los resultados.

Otro gesto clave que definirá esta nueva forma de manejarse será la utilización que le dará al Palco Presidencial. Siempre durante estos 4 años, Román vio cada uno de los partidos que Boca jugó de local en su palco familiar y a partir de ahora seguirá siendo igual. El viejo Palco Presidencial será convertido en un recinto VIP para que partido a partido los vitalicios se lo vayan prestando y puedan ver a Boca con las mismas comodidades que disfrutaban mientras veian al equipo los anteriores presidentes.

Sin lugar a dudas que Riquelme no es Ameal y ya comenzó a demostrarlo. En pocas horas ya nos sorprendió con un par de jugadas. Todavía restan 4 años para seguir conociendo a este gambeteador distinto que con los cortos nos dejaba con la boca abierto. Y a partir de ahora en el rol de un Presidente atípico, al menos en las formas, comienza a jugar su partido más importante detrás de un escritorio ficticio, ya que estoy seguro que difícilmente lo veamos o imaginemos sentado en un sillón de cuero oscilante de lado a lado y con una lapicera en la mano. Su oficina presidencial sin dudas será Boca Predio o en un futuro el Predio Carlos Bianchi.